Wednesday, January 11, 2012

Trámites y arranca la aventura

El 24 de agosto de 2010 llego al aeropuerto de Sheremetyevo al noreste de Moscú en un vuelo desde Estocolmo. Había preparado un viaje de vacaciones de urgencia solamente diez días antes y había estado tramitando el visado de entrada a Rusia solamente unos días antes en el consulado de Londres (¡ay de mi bolsillo!).

Además del visado, para lo cual tuve que desvelar a la diplomacia rusa mis movimientos bancarios de los últimos seis meses aproximadamente y abonar la módica suma de unas 100 libras esterlinas, tuve que hacerme un seguro con el Post Office, que es el que se ofrece en el consulado mismo, situado en una calle lindante con Old Street en el East End de Londres. El seguro me sale a otras 95 libras (¡vaya negocio que he hecho!, me dije), pero al menos era de los buenos, y es que después de largos periodos de trabajo apremiaba desconectar urgentemente. Decidí coger un vuelo de una escala en Estocolmo, que si mal no recuerdo me salió a unos 340 euros.

¡Llego excitado de poder tomar tierra en la antigua capital soviética, capital del "imperio del mal" y de tantas fantasías utópicas mal terminadas! Es la primera vez que salgo fuera de la Unión Europea, excepción hecha de Marruecos. ¿qué me voy a encontrar en la aduana? Por otra parte, está el alfabeto ruso... Cuando salimos de los pasillos al control de seguridad, los ciudadanos rusos pasan bastante rápido, pero el resto se queda atascado en la cola, aproximadamente media hora para mi. Otros, sin embargo, una familia de rasgos orientales ha de quedarse más tiempo y es retenida.

Trasiego de gente y miradas en la estación Belorrusky


Tras la preceptiva espera, un respiro, ¡he entrado a la Unión Soviétic..., digo a Rusia! Empiezo a transitar por pasillos y salas de espera intentando descifrar las indicaciones rusas. Había aprendido algo ya mediante un magnífico "phrase book" (Essential Russian) con frases útiles que me había comprado dos semanas antes. Aún y todo, muchas cosas son ininteligibles, pero llego por fin al lugar de partida del tren lanzadera a Moscú. ¡Bien! La temperatura no es veraniega, pero todavía agosto, alrededor de 15 grados.

Moscú te quiero

Estoy muy vigilante de la mochila, la llevo pegada a mi todo el rato. Hay un servicio del tren lanzadera que te lleva el equipaje en otro compartimento, yo no lo tomo (¡pa tu tía!). El tren es cómodo, pero por razones que desconozco cambian la estación de término, ahora el destino es la Estación Belorussky, lo cual me altera un poco el plan. Al llegar a la estación me llama la atención todo el trasiego de gente, y LA POCA ROPA que viste la gente y, muy especialmente, las mujeres, luciendo maquillaje y frecuentemente con tacones altos, lo cual les da un aire muy sensual. Para más inri, veo a dos chicas besándose en los labios y agarrandose la mano cariñosamente, wow... Me siento observado, con mi pinta de guiri, mochila de monte deportiva a la espalda... En fin, ¡estoy listo para entrar en el metro!